Cinco (susurro
posible de la cámara a Pilar).
Imagina
que la belleza fuera algo finito,
que
hubiera que racionarla como cuando el hambre
mordía
la escasez y las entrañas de una posguerra
nacida
de la sangre. Que pudieras contarla
con
los dedos de las manos. Qué no harías
por
llevártela a la boca y con tanto cuidado
para
que perdurara el sabor y el alimento
por
el estómago y los sentidos. Qué no harías
por
lucharla hasta el último suspiro,
hasta
el beso de la carne. Imagina
y
dime si no lamerías gota a gota las aguas,
uno
a uno los pétalos de las flores escasas.
Dime
si no amarías cada instante
hasta
el final y las lágrimas.
Come.
Mastica esa languidez en mi cuerpo
hasta
que puedas sentir esencial y ahíta
la
nada.
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