Si algo bueno tiene estar a cuarenta grados, es el juego de sombras que producen. Seres que nos acompañan, persiguen o caminan a nuestro lado. Figuras que se deslizan por el suelo, se funden en la pared creando formas geométricas perfectas, trazos delicados convirtiendo cualquier superficie en un lienzo efímero y en constante movimiento. Sombras que se repiten un día detrás de otro,sombras que, quien sabe, quizás, sueñen con un día nublado.